La tecnología blockchain avanza a pasos agigantados. Pero, ¿Qué es blockchain y para qué sirve? Blockchain (cadena de bloques, en inglés) es una tecnología que permite almacenar información de forma segura a través de bloques descentralizados interconectados entre sí. Hasta aquí todo bien, pero, ¿Por qué el creciente impacto y popularidad de esta tecnología, sobre todo en el aspecto financiero? Resulta que por medio de la tecnología blockchain es posible asociar un registro en una computadora con prácticamente cualquier cosa y garantizar que esta asociación sea única en el mundo y que nadie puede falsearla o duplicarla; es como tener la posibilidad de poner la huella dactilar en cualquier objeto por el que previamente se ha pagado un precio y con ello garantizar que nadie puede acceder a él sin el consentimiento del dueño. Desde asegurar la autenticidad de un vino que tiene denominación de origen, hasta salvaguardar la trazabilidad de un pagaré durante toda su vigencia y posterior destrucción; la tecnología blockchain tiene el potencial de cambiar totalmente la forma como intercambiamos valor actualmente.
Con el auge de blockchain también se han popularizado conceptos como el de token, NFT, billetera virtual o clave privada.
Un token es una pieza física o digital cuyo valor intrínseco es relativamente bajo comparado con la funcionalidad que representa. Por ejemplo, un billete de 100 dólares es un papel cuya producción costaría centavos, pero que se acepta como representación de valor equivalente a 100 dólares. En el contexto de blockchain, los tokens se configuran a partir de programación computacional donde se describen las funciones de cada token; posteriormente los usuarios de los tokens pueden intercambiarlos entre sí, garantizando intercambios de valor que son respaldados y asegurados por medio de la blockchain. Dos de los tokens más famosos por estos días son las criptomonedas BTC y ETH, la primera se intercambia en la blockchain de bitcoin y la segunda en la de Ethereum.
A través de los tokens es posible distribuir, compartir, portar, intercambiar y asegurar el valor de casi cualquier objeto a través de una representación digital que no puede ser falsificada o hackeada porque está construida con tecnología blockchain. Esto ha llevado a muchas instituciones de todas las índoles a “tokenizar” servicios, activos o cualquier otro generador de valor para el público en general. Una vez creado, el token puede intercambiarse en un mercado electrónico; este es el caso de todas las criptomonedas que hoy conocemos.
En esa misma línea están los NFT’s o token no fungible (Non-fungible token, en inglés). Pero antes de hablar de ellos es preciso explicar el concepto de fungibilidad. Los bienes o cosas fungibles, son los muebles de los que no puede hacerse el uso adecuado a su naturaleza sin consumirlos y aquellos en reemplazo de los cuales se admite legalmente otro tanto de igual calidad. Es decir, las monedas, los billetes y los carros caben en la categoría de objetos fungibles. De este modo, los NFT’s son tokens caracterizados por ser únicos e irrepetibles; y por medio de blockchain se puede certificar tanto la originalidad del activo como su propiedad. Imagine, por ejemplo, que el museo de Louvre preocupado por la preservación de ‘La Gioconda’ decide tokenizarla y convertirla en un activo digital representado por una pieza de código única e incorruptible, y cuya propiedad es garantizada a través de la cadena de bloques de la red de Ethereum.
Si bien la tecnología blockchain funciona como el andamio en donde se valida la autenticidad de la información referente a los artículos y personas que interfieren en cualquier transferencia de valor, es mediante las billeteras virtuales o “wallets” donde los usuarios pueden gestionar directamente su tenencia de valor. Las wallets, carteras o monederos de criptomonedas, permiten almacenar y administrar criptoactivos; estas consisten de un software o un dispositivo hardware que permite intercambiar o almacenar valor a través de la red blockchain de cada criptomoneda.
Al igual que un correo electrónico donde el usuario debe ingresar su usuario y contraseña, las billeteras virtuales son privadas y para acceder a ellas es necesario contar con una clave secreta. Las claves secretas funcionan como una primera llave para acceder a la billetera, pero existe una segunda clave llamada “clave privada” o “clave semilla” que permite, en caso de olvidar la persona su usuario y/o contraseña, recuperar sus criptomonedas recordando 12 palabras que se deben digitar en un orden específico.
Existen dos tipos de billeteras según si están o no conectadas a la red blockchain. Billeteras frías cuando no están conectadas a internet y por lo tanto es prácticamente imposible hackearlas; estas billeteras tienen un costo y suelen ser utilizadas cuando el volumen de tenencias en criptoactivos es muy alto. Por su parte, las billeteras calientes consisten en un software donde se almacenan los activos teniendo conexión a internet. Suelen ser más vulnerables, pero más accesibles para cualquier persona.
De esta forma, la tecnología blockchain plantea grandes y revolucionarios cambios en la forma como se transfiere valor. La seguridad y la confianza que requieren los usuarios para administrar sus sistemas de pagos es una prioridad; sin dejar de lado la comodidad que la tecnología puede ofrecer a través de los NFT’s y, en general, la tokenización de activos. De igual manera, las billeteras virtuales; frías como calientes, son una solución a la portabilidad e inseguridad que la misma genera cada vez que se lleva consigo efectivo o dinero electrónico. Por último, es indispensable no olvidar que siempre habrá una llave de entrada al sistema; que por más seguro que sea, no puede garantizar el acceso si como usuarios no nos habituamos a memorizar bien nuestros “passwords”.
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